El hallazgo se ha producido en lo más profundo de las selvas ecuatorianas y, como sucede a menudo, ha sido por simple casualidad. Allí, con sólo 2,1 milímetros de tamaño, con sus diminutos pétalos transparentes de apenas el grosor de una célula, esperaba paciente una flor hasta ahora desconocida, una nueva especie de orquídea que, además, es la más pequeña de todo el mundo.
El botánico norteamericano Lou Jost, uno de los mayores especialistas en orquídeas, la encontró escondida entre las raíces de una planta mucho mayor que había recolectado para su estudio en la reserva natural de Cerro Candelaria, en plena cordillera andina.
«Me di cuenta que bajo la planta, entre sus raíces, había una flor diminuta que enseguida me pareció mucho más interesante que la orquídea grande. Observar atentamente las flores suele ser la mejor manera de identificar la especie de orquídea que tienes delante, y de saber si te encuentras o no ante una nueva especie».
Algo que, para el señor Jost, debe de resultar casi habitual ya que, con ésta, ya son 60 las nuevas especies de orquídeas que ha encontrado durante la última década. Jost trabaja en la fundación ecuatoriana EcoMinga, la misma que creó la reserva natural en la que ahora ha realizado su último descubrimiento.
«Encontrar una nueva especie es una sensación excitante -asegura el científico-. La gente piensa que ya todo está descubierto, pero lo cierto es que hay mucho más». Por ahora, su descubrimiento más importante se produjo al encontrar hasta 28 especies de orquídea del género teagueia, un grupo que se creía formado por solo seis especies.
Hasta el momento, y sólo durante el último siglo, se han encontrado ya más de 1.000 nuevas especies de orquídea, casi todas en Ecuador, a medida que caminos y carreteras se han ido abriendo paso hasta sus regiones más remotas.
El botánico norteamericano Lou Jost, uno de los mayores especialistas en orquídeas, la encontró escondida entre las raíces de una planta mucho mayor que había recolectado para su estudio en la reserva natural de Cerro Candelaria, en plena cordillera andina.
«Me di cuenta que bajo la planta, entre sus raíces, había una flor diminuta que enseguida me pareció mucho más interesante que la orquídea grande. Observar atentamente las flores suele ser la mejor manera de identificar la especie de orquídea que tienes delante, y de saber si te encuentras o no ante una nueva especie».
Algo que, para el señor Jost, debe de resultar casi habitual ya que, con ésta, ya son 60 las nuevas especies de orquídeas que ha encontrado durante la última década. Jost trabaja en la fundación ecuatoriana EcoMinga, la misma que creó la reserva natural en la que ahora ha realizado su último descubrimiento.
«Encontrar una nueva especie es una sensación excitante -asegura el científico-. La gente piensa que ya todo está descubierto, pero lo cierto es que hay mucho más». Por ahora, su descubrimiento más importante se produjo al encontrar hasta 28 especies de orquídea del género teagueia, un grupo que se creía formado por solo seis especies.
Hasta el momento, y sólo durante el último siglo, se han encontrado ya más de 1.000 nuevas especies de orquídea, casi todas en Ecuador, a medida que caminos y carreteras se han ido abriendo paso hasta sus regiones más remotas.
JOSÉ MANUEL NIEVES - MADRID
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